Estudiantes que se hicieron la rabona, adultos que faltaron al trabajo, padres y madres con sus pequeños hijos, algún que otro abuelo nostálgico, hinchas que cruzaron el charco y regresaron rápido a la ciudad y otros -la mayoría- que lo vieron por TV, empleados del Aeropuerto de Carrasco que no pudieron aguantar su condición de carboneros.
Todos ellos formaron un grupo de unas 500 personas que este viernes por la tarde recibieron a los jugadores y al plantel de Peñarol en su arribo a Montevideo, luego de obtener la clasificación a la final de la Copa Libertadores ante Vélez Sarsfield el jueves por la noche.
Los hinchas carboneros quisieron estar cerca de los finalistas, quienes fueron recibidos como verdaderas estrellas. Para eso debieron esperar un largo rato: el vuelo se había retrasado en Buenos Aires.
Con el correr de los minutos la impaciencia les ganó y las cintas que armaban un pasillo para que los jugadores se retiraran hacia el omnibus desparecieron. Los aficionados, con el deseo de estar más cerca de sus ídolos, quedaron casi que con la ñata contra el vidrio de las puertas de arribos del interior del hall.
Entre cantos -"El Tanque la picó", entonaron para recordar el penal fallado por Santiago Silva- y arengas, hicieron el aguante. Cuando el vuelo tocó pista en Montevideo surgió el rumor de que los jugadores se iban a ir sin saludar por el viejo Aeropuerto.
Pero los manyas presentes no perdieron la fe, no se imaginaban que sus ídolos se iban a ir sin agradecerle su apoyo. Y así fue. Tras la montonera, se volvió a armar el pasillo para que los jugadores pasaran sin problemas y uno a uno fueron saliendo, encabezados por Antonio Pacheco y Fabián Estoyanoff.
La contención duró poco, los guardias de seguridad no pudieron manejar la situación y el descontrol se apoderó del lugar. Hubo corridas y algunos empujones, pero los futbolistas no perdieron la sonrisa, sorprendidos por el más que cálido recibimiento.
El podio de los más ovacionados lo lideró Diego Aguirre, el DT carbonero que ya se ganó el corazón de una generación de carboneros que no era nacida cuando ganó la Libertadores en 1987. El segundo lugar fue compartido entre Darío Rodríguez y Tony Pacheco, los capitanes del equipo.
Así llegaron al ómnibus, entre abrazos, palmadas y un solo pedido: la Copa. Por las ventanillas miraban sin creer lo que veían, tanto los juveniles Emiliano Mc Eachen y Rodrigo Pastorini, como los ya experientes Guillermo Rodríguez, Mathías Corujo, Alejandro Martinuccio y Nicolás Domingo.
Fuente: www.elobservador.com.uy
Fue una gran bienvenida para celebrar algo que Peñarol no lograba desde hace 24 años. Pero los hinchas no se conforman con lo vivido esta tarde y quieren un recibimiento mayor el 23 de junio, un día después de la final ante Santos, para estar cerca de sus jugadores y de la sexta.
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