Como explicar lo que fue el partido del Domingo por la noche, si probablemente ni los de Miramar pueden hacerlo. Lo cierto es que Peñarol se vio superado en el marcador, y solo en el marcador, por un equipo que pelea en la parte baja de la tabla por no descender. Son de esos partidos insólitos donde pasas de casi darlo vuelta a perderlo por goelada.
La primer sorpresa fue en el once inicial, donde Aguiar jugó en función de doble cinco con el paragua, y Albín de volante abierto por la derecha para la creación del fútbol. Más allá de eso el equipo fue el que se manejaba y que ya se sabía no iba a tener muchas caras nuevas, a pesar de que fueran más de diez las incorporaciones.
Peñarol siempre tuvo el dominio y la iniciativa del partido. Sin embargo los circuitos no siempre prosperaron y nos vimos obligados a recurrir a centros al área. La primera parte comenzó con un Peñarol volcado a la izquierda donde se lució el experimentado lateral, Darío Rodríguez, que desbordó continuamente y generó en ocaciones mucho peligro al arco defendido por Noguera. El Porteño, en el que pudo haber sido su último partido, se junto con Darío buscando armar circuitos que terminaban en buenos desbordes del negro. Pero la pelota no llegaba claramente a los dos delanteros y esto les obligaba a bajar a buscarla.
Miranar aprovechando que no concretábamos ninguna salía de contra, y con una pelota larga metida a espaldas de Alejandro González, el delantero cebrita logró vulnerar la valla de Sosa que salió a tapar el hueco que había quedado.
Así se fue el primer tiempo. Miramar ganando uno a cero y Peñarol confiado en la calidad de los jugadores para dar vuelta un resultado que no parecía tan difícil.
El segundo tiempo fue un monólogo de Peñarol, lo que parece ilógico cuando ellos nos hicieron dos goles más. Pero fue así, Peñarol tiró todo el cuadro arriba y por errores garrafales en el fondo, nos llegaron alguna vez más donde con dos remates inatajables liquidaron el partido.
La segunda parte se vio a un Pacheco más despierto, aunque lejos de crear peligro, y a un Martinuccio que ya no desbordaba con tanta facilidad. Miramar cerró los espacios y el centro al área buscando a J.M. Olivera fue el único recurso que se encontró para intentar la remontada. Los cambios de Aguirre no dieron resultados, aunque la salida de Albín por el Lolo parecía lo más sensato. Después salió Pacheco por Alonso y el Porteño por Mier. Luis Aguiar por su parte jugó todo el partido pese a haber perdido la mayoría de las pelotas en la mitad de la cancha. Si bien es cierto que mejoro en la última parte del partido su cambio parecía evidente. Mier fue de los que entró el que más busco, sus centros crearon peligro pero nada más. El Lolo volvió a estar irreconocible, perdió muchas pelotas incluida la del tercer gol de Miramar y erró un gol de frente al arco y sin golero.
Algo negativo para destacar es el quede defnsivo en los contragolpes que nos costaron los dos goles. En el primero Guille trata de despejar una pelota y sin fortuna rebota y se la lleva el rival. Lo que es inentendible que no sean capaces de hacer una falta suave para cortar el juego, más allá de que cueste una amarilla nos hubiera ahorrado los dos goles en contra. Alejandro González tuvo una noche fatal, después de que le ganaran la espalda en el primer gol, se fue al amague en el segundo y en vez de cubrir el remate al arco fue a marcar a otro rival, y en el tercero tampoco fue capaz de sacarle la pelota al jugador cebrita que le enganchó y pateó adelante de él. Con esto no se le esta culpando solo al zaguero, pero se nota claramente que si bien puede dar una mano en ciertos momentos no puede jugar de titular, y menos una libertadores.
A pesar de todo esto recién empieza y hay que destacar que no estamos jugando con todo el equipo titular ni con todo el potencial de los jugadores. Una noche para el olvido y nada más. A pensar en Wanderers que va a ser nuestro inicio real del Clausura.
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