Evidentemente, parece exagerado haberle otorgado media tribuna América a los escasísimos parciales de Liga de Quito, a los que les alcanzó un pequeñísimo sector de la Tribuna y Platea América para poder alentar a su equipo.
A falta de unos 30 minutos para el comienzo del partido el Centenario ya lucía colmado. Las banderas, los humos de colores, las banderas, las bengalas y el canto de la gente le daba un clima espectacular a la noche de Copa.
Es que la expectativa era enorme. Tras la dura derrota ante Independiente en el debut, los carboneros habían sacado pecho en forma de visitante frente a Godoy Cruz, y había que ratificar el buen momento ante un grande del continente en la última década.
La hinchada alentó, en forma multitudinaria, reprobando con rechiflas cada decisión que perjudicara a Peñarol por parte del árbitro peruano, o cada acción de la Liga de Quito.
Los cánticos que hacen referencia a la conquista de la Copa Libertadores se repitieron una y otra vez. Temas como “la Copa Libertadores es mi obsesión”, o “lo único que quiero es ver al manya campeón de la Libertadores”.
El recibimiento a los jugadores tuvo, particularmente, dos actos. Uno antes de empezar el partido, donde el papel picado, las serpentinas y las bengalas le dieron color a un estadio enfervorizado. La segunda escena fue a la salida del equipo para disputar el complemento, donde una gran cantidad de fuegos artificiales recibió al equipo.
Color y calor, por parte de los 50.000 espectadores que asistieron al Centenario para alentar a Peñarol en su regreso al Centenario para disputar la Copa. El estadio vivió una fiesta en dos colores.
Fuente: www.quenonino.com.uy
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