jueves, 27 de octubre de 2011

Sin golero también les ganamos

El 27 de octubre de 1991 Peñarol derrotó a Nacional 1 a 0 por el Campeonato Uruguayo. El partido quedará marcado en la historia del club debido a que a falta de 11 minutos Fernando Álvez recibió la tarjeta roja, y, sin haber cambios disponibles, fue necesario improvisar un arquero.

Esa tarde Peñarol alineó a Fernando Álvez, Alfonso Domí­nguez, Jorge Goncálvez, Sergio Panzardo, Paolo Montero, Carlos Sánchez, Diego Dorta, Andrés Martí­nez, Gabriel Cedrés, Sergio Martí­nez, Paulo “Paulinho” Alves.

El primer tiempo fue parejo con resultado parcial de 0 a 0. Para el segundo tiempo Peñarol rápidamente se pone en ventaja con gol de Sergio Martí­nez tras gran jugada con “Paulinho”.

Pasada la media hora Peñarol realiza los dos cambios permitidos (entraron Adrián Paz y Ricardo Viera) sin pensar en lo que podía pasar a futuro. A once minutos del final, una incursión del delantero panameño Dely Valdez obligó a Fernando Álvez a cometer una falta al borde del área e inmediatamente el juez Otello Roberto expulsa al jugador. Peñarol se queda con 10 jugadores y sin el golero, no pudiendo realizar más cambios.

Por tal motivo un jugador de cancha tenía que asumir esa responsabilidad y calzarse los guantes. Ahí se escuchó a Jorge Goncálvez decirle a Fernando Álvez: “Dame el buzo y los guantes que voy al arco”. Posteriormente en el vestuario, el improvisado golero confesaría: “Yo vení­a de una gripe y encima el pasto estaba muy alto. Por eso me sentí­a muy cansado y pensé que lo mejor era ir al arco”.

El improvisado golero también argumentó: “Habí­a que aguantar unos quince minutos, sumando el tiempo que restaba más los descuentos. Primero hubo un tiro libre al borde del área nuestra. Ellos tení­an gente que pateaba muy bien. Pero esta vez el ejecutante, Cardaccio, estrelló el remate en la barrera”.

El zaguero tuvo que intervenir en reiteradas ocasiones volando contra los palos o descolgando centros de los ataques desesperados de Nacional por conseguir el empate ante un equipo que estaba sin golero. Lo de sin golero es relativo ya que Goncálvez sustituyó a Álvez como si hubiera sido golero gran parte de su vida.

El equipo con 10 jugadores supo defender la ventaja obtenida con el gol de Martínez. “Recién después de terminado el partido me di cuenta de lo que habí­a hecho. Normalmente los que están en el centro de los elogios son quienes hacen los goles y no tanto los defensas”, dice Goncálvez, quien no olvida la salida del vestuario una vez finalizado el encuentro. “Recuerdo a la gente agolpada a la salida, vivándonos. Después nos fuimos a Los Aromos, satisfechos por la obtención de un nuevo triunfo clásico”.

Para la historia no fue un clásico y triunfo más. Por siempre quedará marcado en la historia ese 27 de octubre de 1991 como “el clásico sin golero”. El héroe de la tarde fue Jorge Goncálvez, el mismo que supo dedicarle y mostrarle el balón a la hinchada rival luego de descolgar un centro muy complicado.

Fuente: www.padreydecano.com

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