jueves, 5 de julio de 2012

Darío: "Cuando me llamó Julio para ir a Peñarol, no lo podía creer"

Darío Rodríguez nos recibió en Los Aromos para hablar de su trayectoria. Conocé la carrera del símbolo aurinegro, con pasado de selección.

"La noche anterior a la primera práctica en Peñarol no pude dormir"

Ahijado futbólistico de Ribas, quien lo apadrinó, Darío Rodríguez nos cuenta desde su debut en Sud América, a la explosión en Bella Vista, la consolidación en Peñarol, la consagración en la selección y la experiencia internacional en Schalke y Toluca.

¿Qué cambios hubo entre aquel fútbol donde debutaste en Primera División (1992) y el de hoy en día?
Desde el lado de la pasión sigue siendo el mismo, desde que tengo uso de razón juego al fútbol. En lo que se refiere a la actividad profesional, hubo cambios sí; cuando debuté en Primera en Sud América en el 92 el fútbol era más friccionado, las canchas estaban en mal estado. También el hecho de que no hubiera cámaras de televisión permitía otras cosas que hoy son imposibles, o que si hacés vas a quedar pegado como me pasó a mí en el partido contra Liga de Quito. Antes se buscaba explotar más lo técnico, hoy se busca el vértigo para llegar al área rival.

¿Qué marca dejaron esos primeros años en Sud América para tu carrera posterior?
Uno es las experiencias que va viviendo. En el grupo del año 93-94, el Sud América de Julio Ribas, había un montón de grandes jugadores como Mario Orta, Elio Rodríguez y demás. Subimos a Primera de forma invicta y logramos mantenernos, participando en la Copa Conmebol, la cual yo no llegué a jugar. Ese grupo me educó cómo debía ser un equipo de profesionales, dentro y fuera de la cancha. Hoy tengo la suerte de compartir esto con uno de ellos, Danielo Odine (parte del cuerpo técnico de Jorge “Polilla” Da Silva).

¿Cómo era el día a día en ese grupo? ¿Más distendido o la presión por ganar existía igual?
En ese grupo había muchos muchachos jóvenes que no teníamos nombre en el ambiente futbolístico, además de muchos jugadores experientes que no iban a pasar el rato. Nosotros tuvimos un atraso de sueldos de 6 meses, y el salir adelante fue gracias al grupo. Nos autoexigíamos al máximo queriendo sobresalir, son cosas que se las impone uno mismo más allá del lugar donde esté. Uno entrena en la semana y se prepara para ganar.

Después de haber estado en Sud América tuviste tu primera salida al exterior. ¿Cómo fue pasar de la humildad de Sudamérica a un cuadro donde no faltaba nada como Toluca?
Fue un cambio muy grande. Yo vengo de una familia humilde en la que si bien comíamos todos los días, teníamos algunas carencias. Cuando llegué a México me encontré con un profesionalismo absoluto, viviendo al principio en un hotel 5 estrellas, canchas espectaculares, un mundo impensable para mí. Traté de adaptarme lo mejor posible; el primer año lo logré y jugué casi todos los partidos. Eso me valió jugar un año más en el que no tuve tanta continuidad. Uno quiere jugar y más cuando es joven, por lo que pensé en regresar a Uruguay.

Volviste a Bella Vista que tenía un “cuadrazo”. ¿Cómo fue ese regreso?
Volví en febrero del 97 y la “A” ya había arrancado. Hablé entonces con Julio Ribas, que estaba trabajando en Bella Vista (en la “B”) y me sumé a un equipo con una camada de jugadores impresionantes: Berbia, Pumar, Diego Alonso, todos jugadores que terminaron en la selección.

¿Sentiste una decepción al volver?
No, al no tener continuidad en México no pensás tan así. No tenía ni novia en ese momento. Me podría haber quedado 6 meses más, para ver qué pasaba, pero quería jugar y la edad me permitía volver y empezar de cero. Algo que fui aprendiendo: en el fútbol siempre se empieza de cero.

Después del ascenso lograron una Liguilla ganándole una final a Peñarol. ¿Qué significó para vos en ese momento ganarle a ese equipo histórico?
En ese momento fue histórico: era el Peñarol que venía de ganar todo durante 5 años. Los jugadores que tenía enfrente los veía por la tele hacía tiempo, hasta en la selección. Nosotros éramos un grupo joven con algunos jugadores de experiencia, y teníamos un poco de esa inconciencia que te da la juventud. Nosotros sabíamos que habíamos hecho algo importante contra el mejor equipo de la década de los 90 en el Uruguay.

¿Qué significa ahora pensar que le ganaste una final al cuadro donde hiciste la mayor parte de tu carrera?
Hoy miro hacia atrás y digo: “que suerte tuvimos de haberle ganado a Peñarol en ese estadio lleno.” En ese momento no sabía que iba a poder vivir ese mismo estadio lleno muchas veces más, pero de mi lado.

¿Ya en ese momento tenías ese sentimiento por Peñarol?
Uno es profesional más allá del cuadro del que es hincha, y cuando entra a la cancha quiere ganar. Pero cuando me llamó Julio a los dos o tres días diciendo que iba a ir a Peñarol y quería contar conmigo, no lo podía creer. La noche anterior a la primera práctica no pude dormir, se me pasaban mil cosas por la cabeza: cómo sería llegar a Los Aromos, cambiarme con esos monstruos. La verdad es que son procesos que viven todos los jugadores; a mí me pasaba por primera vez y es lindísimo, además cumplía un sueño.

¿Qué valor tuvo Ribas al comienzo de tu carrera?
Un valor fundamental. Fue la persona que me hizo debutar y me bancó esos primeros partidos donde uno tiene que tomar confianza. Además, tuvo una confianza increíble en mí que repitió en Bella Vista y apenas llegó a Peñarol me llamó para que fuera. Es una persona muy importante en mi vida, sus enseñanzas fueron más allá del fútbol. Voy a ser siempre un agradecido a él, a su grupo de trabajo y a mis compañeros de equipo de Sud América, quienes no teníamos nada pero siempre dábamos el máximo de cada uno en beneficio del otro y del grupo.

¿Fue el técnico que más confió en vos?
Eso no sabría decírtelo, no puedo estar en la mente de los entrenadores. He tenido la suerte de jugar con casi todos los entrenadores. Ribas me agarró muy joven y me dejó muchos conceptos, no sólo de fútbol sino de la vida. Uno sigue aprendiendo lógicamente, todos los técnicos te dejan algo; hoy sigo aprendiendo con el “Polilla”. A pesar de no tener una relación de llamarlo todos los días, sé que en cualquier momento puedo contar con él (Ribas).

¿Qué aprendizajes te dejó ese Peñarol postquinquenio, lleno de consagrados y referentes?
La estirpe ganadora de ese equipo, ese grupo había ganado todo por muchos años. Tal vez a algunos muchachos se los había castigado injustamente por no ganar el “sexenio”, pero conservaban ese deseo de arrancar de cero y no creérsela. Uno se arma un imaginario antes de llegar, y después se da cuenta que es todo lo contrario. El más fenómeno es el más humilde, es el primero en llegar y el último en irse. Ellos eran muy conscientes de dónde estaban y lo que tenían que hacer para engrandecer la historia del club.

Fuente: www.pordeciralgo.com.uy

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