Después de un primer tiempo muy mal jugado en el que nos fuimos con un gol en contra, Peñarol supo revertir el resultado como lo demandaba el partido y por supuesto su historia. 3 puntos que sirven para seguir prendidos arriba y para meter presión a los rivales directos por la lucha del Campeonato.
Promediando la primera mitad llegó el gol ramplense, centro que cae en el corazón del área, cálculo fallido de Guillermo y desventaja en el score. Desde allí la responsabilidad de buscar lo suyo fue asumida por el Carbonero pero no aportó demasiado para que podamos destacar en esta crónica.
No existió claridad para finalizar las jugadas que se iban hilvanando y todo concluía con centros que restaban una y otra vez los centrales picapiedras, no anduvo Pacheco, no anduvo Aguiar, no anduvo Estoyanoff, Olivera, que tuvo la apertura del score en el primer minuto, se entreveró, Martinuccio intentó y lo bajaron constantemente.
En el segundo tiempo apareció la reacción, aún sin jugar bien, la necesidad y la obligación guiaron al Carbonero.
Juan Manuel Olivera empezó a sacrificarse constantemente para mantener los balones cerca de la zona de acción de los hombres de avanzada y en la insistencia tuvo su premio. Había insinuado Peñarol mediante un remate lejano que dio en el palo y en el corner siguiente, con bastante suerte, el cabezazo de Olivera sentenció la igualdad.
No se quedó ahí Peñarol, otra vez repitiendo la receta del centro, buscó Aguiar la cabeza de Olivera, su frentazo dio en el palo y en el rebote fue Pacheco quién la empujo, también de cabeza, hacia la red. 18 minutos del complemento y el Aurinegro había dado vuelta la historia.
Desde ese momento se controlaron los tiempos y se esperó, precisamente en la espera surgió el tercero, porque Rampla atacaba y con un solo hombre en el fondo debió recibir una contra letal iniciada y finalizada por Estoyanoff, en pared con Martinuccio y terminando con exquisita pisada para que pase de largo el portero rival, cierre definitivo para el encuentro, 3 a 1 y tranquilidad.
De ahí en más, tres cambios mediante, el Manya controló la pelota, la hizo circular, generó el ole de la tribuna y le dio al partido una finalización bastante diferente de lo que presagiaba el primer tiempo. Ahora tiempo de pensar en la Copa.
Fuente: www.campeondelsiglo.com
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