El 20 de mayo de 1966 se transformó para siempre en una de las fechas más importantes de la historia del fútbol sudamericano, es que fue el día en que el viejo Peñarol sacó fuerzas de donde no se veía, para lograr una hazaña impensada en cualquier rincón del mundo, las palabras del gran Pedro Virgilio rocha fueron elocuentes, “No viví nada parecido en mi carrera”.
Luego de eliminar en semifinales a Universidad Católica (como ahora en cuartos), y Nacional, el conjunto dirigido por Roque Gastón Máspoli debió enfrentarse a River Plate de AFA. El primer duelo fue un claro 2 a 0 para Peñarol con goles de Julio César Abbadie y el peruano Juan Joya Cordero.
Para la revancha se terminó la cordialidad que existía entre los dos clubes desde principios de siglo. Es que los dirigentes riverplatenses estaban desesperados por alcanzar un titulo, algo que se les negaba desde 1957. No enviaron la locomoción para que los carboneros se trasladaran al Monumental, lo que hizo que los jugadores debieran llegar en taxi al estadio, pelear con la hinchada del millonario y no poder calentar de manera adecuada, ya que no había luz en el vestuario.
En un encuentro enrarecido donde había tribunas prefabricadas cerca del campo de juego, los jugadores del manya fueron agredidos por los parciales locales, incluso la policía festejaba los goles de River. Los hinchas uruguayos también fueron agredidos, el partido terminó 2 a 3, los goles del mirasol fueron anotados por Pedro rocha y Alberto Spencer.
El partido desempate debía disputarse en Santiago de Chile a 72 horas del juego en Núñez, pero la idea de los dirigentes argentinos era hacerlo a 48 horas, “Los viejos de Peñarol no aguantarán” decían. Los jugadores de Don roque aceptaron deseosos, es que lo sufrido en Buenos Aires les había dolido.
Fue así que el día 20 de mayo de 1966, en la misma ciudad donde se había perdido la copa un año antes, “el viejo cuadro del pueblo”, saldría a escribir una de las paginas más gloriosas de su rica historia, con un clima en principio en contra y una cita con la historia.
Los once carboneros que defendieron la antigua divisa oro y carbón fueron; Ladislao Mazurkiewicz; Juan Vicente Lezcano, Nelson Díaz; Pablo Forlán, Néstor Goncalves y Omar Caetano. La delantera era recitada de memoria, Abbadie, Rocha, Spencer, Julio cortés y Joya. River contaba con figuras como el estupendo arquero Amadeo Carrizo, los uruguayos Roberto Matosas y Luis Cubilla, Sarnari, el Indio Solari, los hermanos Onega y Lallana.
Pero el partido se dio con una formidable superioridad del millonario, que con goles de los hermanos Ermindo y Daniel Onega se floreaba en la capital trasandina. Antes del término del primer tiempo, ingresó el temperamental Tabaré González por Nelson Díaz en el manya y un delantero más en equipo argentino, para liquidar el pleito según Renato Cesarini el entrenador.
Máspoli decía que si se descontaba, el rival caía. Pero era imposible que eso sucediera, porque el segundo tiempo comenzó como el primero, con dominio absoluto en todos los sectores del campo de los hombres de la banda roja. Hasta que llegó la jugada clave en el minuto 15.
Joya le quitó la pelota a Lallana, jugó con Spencer, que remató débil. El veterano golero porteño sucumbió ante la tentación de fanfarronear ante el rival, y amortiguó el tiro del ecuatoriano con el pecho. El diario Clarín dijo, “Fue un hecho mínimo…pero crudamente ofensivo para los peñarolenses”.
Los jugadores del manya reaccionaron, Tito Goncalves, Abbadie y Spencer lo increparon, Héctor Lito Silva ausente por lesión se colocó detrás del meta para insultarlo. Como dice la canción “Pobre Amadeo, con el pecho la paró”.
En una pelota quita el estupendo Alberto Spencer, sacó un bombazo que dejó parado al gran Carrizo. De ahí en más el panico se apodero de los jugadores de River, fue así que a los 27 minutos un disparo de Abbadie, dio en Matosas y se metió en el arco de un estéril arquero. Era el empate, los conducidos por Máspoli machacaron para alcanzar el tercero, pero no llegó habría alargue.
A los 12 minutos del primer chico, Pablo Forlán mando un centro al área y entre todas las cabezas, apareció más alto que todos “cabeza mágica” Spencer para poner el 3 a 2, los parciales chilenos veían y disfrutaban de la reacción del orgulloso Peñarol. En el segundo alargue llegaría el cuarto gol con un relato que quedó en la memoria del hincha carbonero.
Así lo narró Carlos Solé, “…Cortés a Rocha, ahí estáaa… cabeceó… goool, goool, goool de Peñarol Rooocha, Rocha a los cuatro minutos del último chico…Se quedó quieto Carrizo… Váyanse preparándose los peñarolenses… está este campeonato ganado y ganado-si ustedes me permiten la expresión, que no es académica, pero para serles más gráfico-, ganado a lo macho”.
Así cuadro de las once estrellas obtenía su tercera Copa Libertadores de América, como le gusta al hincha, de atrás, para muchos el más grande triunfo del equipo oro y carbón. Nuevamente América miraba atónita como los uruguayos se levantaban de las cenizas para alcanzar la gloria.
Hoy con el manya clasificado a instancias semifinales luego de 24 años y en la ciudad que lo vio alzar el máximo trofeo a nivel continental en tres oportunidades (1966-82-87), los jóvenes carboneros pueden creer en lo que les contaban los veteranos, aquello de “A lo Peñarol”.
Fuente: www.cambiodefrente.com
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