miércoles, 25 de mayo de 2011

Olivera y Silva, goleadores y compadres

Ambos triunfaron, viajaron por el mundo jugando al fútbol, son goleadores, figuras en sus equipos y se verán las caras el próximo jueves por la Libertadores. Juan Manuel Olivera y Santiago Silva mantienen una amistad desde la adolescencia. Eran vecinos, compartían la misma clase, se escapaban para jugar al fútbol y nunca se juntaban para estudiar.

Odila, recepcionista del Liceo Regina Martyrum, se acuerda muy bien de ambos. Y la actual directora, Marta Fernández, fue profesora de historia de ambos en ese entonces. “Son buenas personas los dos. Como todos los chicos de esa edad, un poco traviesos. Siempre nos mandan saludos por intermedio de la familia. No me acuerdo de haberlos rezongado: yo cuando le hago una observación a los alumnos es para que sean mejores”, dijo Odila a El Observador.

Si bien eran buenos estudiantes, le escapaban a los libros. A veces le escapaban hasta a las clases: se iban a jugar al fútbol o al gimnasio del liceo o la cancha de fútbol 5 que había al lado del liceo, en el Club Industria.

“Éramos fatales. Bastante terribles”, reconoció entre risas a El Observador el goleador de Peñarol. La amistad que mantuvieron con el correr de los años llevó a que Olivera sea el padrino de Uliana Silva, de tres años y el Tanque apadrina a Santino Olivera, de dos años.

El Regina Martyrum, de origen laico, está ubicado en la calle José Serrato y Corumbe y se construyó en 1953. En un liceo de no mucho alumnos y es considerado como “una gran familia”. “Siempre hemos sido una familia. Nos acordamos de todos porque no son miles como en otro colegio. Como somos pocos, podemos hacer un seguimiento de nuestros ex alumnos”, dijo Odila, orgullosa de los futbolistas.

Olivera y Silva se conocen desde los 13 años, vivían a siete cuadras e hicieron juntos hasta 4º de liceo en el Regina Martyrum. El jugador de Peñarol estudió después en otros dos liceos hasta sexto de Medicina, pero nunca dejaron de estar en contacto: porque vivían cerca y por la amistad que habían hecho en su época liceal. Pero en ese entonces, no soñaban con ser jugadores de fútbol profesionales. Y menos con triunfar.

“Nos escapábamos para jugar al fútbol siempre que podíamos. Éramos fatales, pero buenos estudiantes. Ahí no pensábamos en ser jugadores de fútbol”, comentó Olivera, que cuando visita a sus padres –que viven cerca del liceo- se encuentra a veces con algún ex compañero que lo reconoce.

Si bien no recuerda a profesores en particular, Olivera reconoce que ambos eran queridos por todos por su simpatía. El Tanque “siempre fue muy divertido. Me causa mucha gracia cuando lo veo ahora festejar los goles. Siempre tiene algún festejo. Los saca de la galera uno tras otro (...) Yo soy más tradicional”.

Con 30 años, ambos parecen pasar por su mejor momento futbolístico en sus últimas dos temporadas. Silva en Banfield y Vélez y Olivera en Universidad de Chile y Peñarol. “No estudiábamos nunca. Cuando nos reuníamos aprovechábamos para divertirnos. Los dos éramos más de los números que de las letras. Siempre igual con la ley del mínimo esfuerzo”.

Aprovechaban recreos, la falta de algún profesor o pegaban el faltazo para jugar al fútbol con una barra de amigos. “El liceo tenía una cancha. Pero a veces nos íbamos a una cancha de fútbol 5 del Club Industria. Le dábamos algunos pesos al sereno, porque obviamente a esa hora estaba cerrado y jugábamos ahí. Descalzos, de uniforme y así nomás. Volvíamos a clase todos transpirados (risas)”, recordó el goleador de Peñarol.

Fuente: www.elobservador.com.uy

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