La segunda mitad del año nos dejó con un muy mal sabor de boca. No sólo por no ganar el Apertura, sino por la forma en que lo regalamos. Terminamos terceros en un Apertura que nos tuvo durante varias fechas como únicos punteros y donde parecía no caber otra posibilidad que el título de campeón.
Con la continuidad de Aguirre confirmada y la salida de Pacheco, como puntos de inflexión, comenzó el Apertura 2011 donde en las primeras dos fechas nos enfrentamos a rivales débiles como Bella Vista (3-0) y El Tanque Sisley (2-0). Ganamos los dos partidos con autoridad y sin inconvenientes.
Ya para la 3er fecha nos tocaba de destino el Estadio Ubilla de Melo para enfrentar a Cerro Largo, una cancha en la que el local solo perdería un partido. Pero más allá de ser una cancha complicada, fue un partido donde no se pudo jugar al fútbol debido al agua estancada que quedó por un tormenta del día anterior al duelo. Fue el primer empate y sin goles, un partido que pudo ser tanto para nosotros como para ellos.
La 4ta fecha nos enfrentaba al primer rival directo en la pelea por el título, y el partido lo demostró, porque si bien ganamos, fue por la mínima y sin jugar tan bien como en las primeras dos fechas. Pero debido al rival que nos enfrentábamos fue algo normal que así sucediera.
Luego de este importante triunfo se daría el primer punto de giro, tan grande como inesperado para muchos, y para otros no tanto. Aguirre abandonaba el club a la mitad de de un torneo por una importante oferta del exterior. Como punteros del campeonato debíamos salir a buscar a un entrenador que estuviera a la altura de las circunstancias, y así fue como llegó Gregorio Pérez.
Tras el cambio de mando en el equupo, y con muy pocos día de trabajo para el nuevo cuerpo técnico, el calendario marcaba el enfrentamiento contra Racing, un rival que en la previa no parecía complicado.
Pero el campeonato no pudo empezar para Gregorio, que tuvo que ver como la valla invicta de Carini caía dos veces y todo se ponía cuesta arriba. Si llegamos al empate fue gracias a que un tal Pedro que ya había debutado jugando de doble cinco, ahora con Gregorio lo hacía más arriba y daba resultados, ya que marcaría sus dos primeros goles en primera para empatar el partido.
Luego de que Gregorio se acomodó en su cargo y con más tranquilidad por no haber perdidio su partido debut, el próximo rival era Danubio, un equipo peligroso y que en definitiva pelearía el campeonato hasta la última fecha. Ganamos 2 a 1 y el equipo dentro de todo gustó. Nos sacamos un rival de peso de arriba pero en la siguiente fecha nos deberíamos enfrentar a nuestro compañero en la cima de la tabla y por lo tanto acá se empezaría a definir para que estaba el equipo.
Sin embargo fue uno de los partidos más fáciles del campeonato, o eso marco el resultado, un 4 a 0 arrollador con golazos incluidos de un Torres (que se convertía en pieza fundamental del equipo) y de Pedro que también rendía cada vez mejor.
Más punteros que nunca nos enfrentamos a otro equipo de los que pelean por no descender, y como en las primeras fechas lo despachamos fácilmente (4-0).
Contra los próximos rivales aflorarían nuevamente algunas dudas, le ganamos sin jugar bien en un partido complicado a Fénix (2-1) y luego perderíamos la gran chance de alejarnos solos en la punta al empatar con el escolta Cerro (0-0) donde el equipo volvió a demostrar falencias.
Luego de esto vino el tan mencionado receso, donde desde Peñarol se manifestó que vendría bien para recuperar los físicos de algunos jugadores que a causa de la gira europea estaban por el suelo. Un receso que permitiría ajustar las cosas malas que se habían visto en las últimas dos fechas y para reafirmar lo bueno que había impuesto Gregorio.
Pero todo lo planificado, todo lo programado, todo lo esperado, se hizo añicos cuando en las siguientes dos fechas nos enfrentamos a Liverpool (0-3) y Wanderers (1-2) cayendo estrepitosamente ante ambos rivales y cediendo peligrosamente la punta del torneo.
Todo se iba a definir en la siguiente fecha, nada más y nada menos que en el clásico, ya que al bajón de Peñarol lo acompaño una remontada de Nacional que hacía varias fechas ni siquiera asomaba por los primeros lugares. El clásico podía ser el partido donde nos redimiéramos y siguiéramos adelante como si nada hubiese pasado, pero por cosas increíbles del fútbol perdimos un partido que en el peor de los casos era para un empate. Y ahora si ya estaba todo prácticamente perdido, porque ahora el tradicional rival nos superaba en la tabla al igual que Danubio y no dependíamos de nosotros mismos.
Lo único que restaba era enfrentar a los últimos dos rivales para meter presión arriba, y de una vez por todas volver a la victoria. Rampla y Cerrito no fueron obstáculo y los goleamos 4-1 y 5-0 respectivamente, pero no alcanzó, los de arriba hicieron lo suyo y nos quedamos con las manos vacías.
Peñarol se subió a una montaña rusa, empezamos subiendo y estuvimos arriba durante algún tiempo, pero cuando la tensión se hizo fuerte, caímos solo para encontrar freno en el tercer lugar de la tabla. Muy poco para lo que prometía el equipo.
Sin dudas que queda mucho para analizar de este Torneo, porque de las derrotas se aprende mucho más que de las victorias, pero más allá de opiniones personales, lo que más importa es lo que se diga puertas para adentro del club, y que autocrítica hacen, desde el presidente hasta el utilero, porque este Apertura lo perdimos todos.
Perdón, me equivoco, la hinchada volvió a ganar en las tribunas, pero eso no es noticia.
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